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La Máscara, un símbolo universal


Star Wars siempre ha sido la narración de un conflicto global

galáctico pero es su correlato de lucha individual lo que la

convirtió en un mito universal.


El origen de la palabra nos llega del remoto vocablo árabe mashara, que significa bufón o burlador viniendo a denotar que la máscara era una impostura, una ficción que ocultaba la realidad. En griego es prosopon, palabra que se asocia directamente al concepto de persona pues las máscaras de la Grecia Antigua encarnaban emociones y sentimientos fácilmente reconocibles. El teatro las usaba con el fin de motivar en el espectador reacciones específicas.

Sin embargo el concepto se remonta al advenimiento de la autoconciencia, en los inicios de la historia humana. Desde tiempos milenarios la máscara se utilizó en eventos religiosos con el objetivo de reactualizar el mito social.

En El Despertar de la Fuerza se recuperan varios conceptos de máscara tanto antiguos como modernos. En su búsqueda de la identidad, los tres protagonistas lucharán por autodeterminarse como individuos desde diferentes posiciones.

La máscara de FN 2187 es la anulación de su individualidad y la inmersión en la absoluta anomia de lo colectivo. En tanto organización supresora de singularidades, la Primera Orden impone la máscara a los stormtroopers con la intención de fortalecer el dominio a partir de la uniformidad. La implementación del trooper como herramienta de conquista exige la anulación personal. Cuando Poe Dameron bautiza a FN 2187 como Finn le devuelve su humanidad negada. A partir de ese momento el despertar de Finn apuntará a buscar su propia identidad, una mejor versión de sí mismo. Para lograrlo Finn se desprende de su armadura en las arenas de Jakku, se despoja de su pasado para construir su identidad y forjar su propio destino.

Con su peculiar nombre Rey nos remite al anonimato. La palabra deriva de la raíz indoeuropea reg-, presente en “regir, conducir, dirigir”, es decir alguien con el poder suficiente para gobernar a otros y a sí mismo. Sin embargo, también “rey” es el nombre que se les daba antiguamente a los niños sin padres, abandonados y negados muchas veces por su origen ilegítimo. Ciertamente el personaje de Rey es ambas cosas y su máscara es el arquetipo del héroe anónimo. Si bien George Lucas nos ha dicho que Star Wars es la historia de la familia Skywalker, Rey personifica a la Humanidad y sus vicisitudes cotidianas. Todos somos héroes en tanto albergamos en nosotros una potencialidad que busca despertar.

Darth Vader hizo carne el poder, el autocontrol y la seguridad, valores con los que Kylo Ren ansía identificarse. Su abuelo, su ideal arquetípico, su figura paterna, es todo aquello que él ansía ser. Y Kylo luchará por superar su dualidad personal para armar una individualidad monolítica y sólida. Su máscara es la impostura de la máscara árabe pero también la encarnación de su deseo de identificación. No obstante querer parecerse a Vader no logra satisfacer sus agujeros emocionales. Tal frustración unida a su inestabilidad, inseguridad, miedo e ira configuran los aspectos de un temple explosivo y peligroso.

En el Episodio VIII podemos esperar un Finn completamente desposeído de su pasado y comprometido con su propia construcción personal y una Rey ya emplazada en su camino heroico. Muy a pesar del parricidio, una acción de maldad absoluta con la que Kylo Ren define su deseo de ubicarse en el Lado Oscuro, el personaje no ha logrado acallar el llamado de la Luz. Y por ello la dualidad Kylo Ren / Ben Solo no parece haberse resuelto.

Sólo queda esperar cómo se resolverán las luchas personales que cada personaje ha presentado en esta primera entrega, una guerra privada con ecos legendarios en el macrocosmos de la galaxia.


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